Me gustaría hacer hincapié en la regla anterior, en la que mencionábamos la importancia de cómo sepamos digerir el pasado para vivir felices en el presente y saber enfrentarnos al futuro. Tenía tanto que decir del pasado que no puede quedarse tan solo en una pequeña parte de un post.
No podemos decir realmente que el pasado solo sea eso, pues lo vivido nos hace a nosotros mismos. Cada uno de los peldaños que fuimos subiendo en esta escalera de la vida nos forjó como lo que hoy somos.
Hubo momentos buenos y malos, seguro que poniéndolos en una balanza casi al 50%, aunque tu memoria te traicione según lo positivo o negativo que te sientas hoy. Los hubo mejores y peores, lloraste y reíste, seguro que puedes recordar miles de pequeños momentos que te hacen caer en la nostalgia. Pero del pasado, lo más importante que tenemos que decir es que sirve para aprender y seguir mejorando.
Fuente: Ensaske
Piensa en los buenos momentos de tu vida y disfruta de acordarte de ellos por un momento, sonríe y ríete a carcajadas si el recuerdo te invita a ello, te servirá para ver las cantidad de cosas buenas que hay en la vida y que te ayudan a sentirte un poco más feliz.
Y cuando vengan a tu mente malos recuerdos, exprímelos y sácales el jugo. Piensa en todo lo que aprendiste de ellos o lo bueno que trajo con él. He de decirte que seguirás viviendo momentos de estos, pero no tengas miedo, porque es de estos momentos de los que más se aprende.
Aún recuerdo aquel amor de verano que tras un agosto se fue, y al llegar el siguiente año, después de 10 meses de espera, ese amor había conocido a alguien. Fue para mí entonces uno de los peores momentos de mi vida (cosa que ahora me hace gracia), pero solo unas semanas más tarde, pude darme cuenta de que aquello no era más que un tropiezo en el camino para seguir avanzando y encontrar a alguien mejor. Meses más tardes, no pude parar de repetir que aquel desengaño amoroso de una adolescente fue lo mejor que pudo pasarme, pues pronto conocí a alguien muy especial.
Aún recuerdo aquel amor de verano que tras un agosto se fue, y al llegar el siguiente año, después de 10 meses de espera, ese amor había conocido a alguien. Fue para mí entonces uno de los peores momentos de mi vida (cosa que ahora me hace gracia), pero solo unas semanas más tarde, pude darme cuenta de que aquello no era más que un tropiezo en el camino para seguir avanzando y encontrar a alguien mejor. Meses más tardes, no pude parar de repetir que aquel desengaño amoroso de una adolescente fue lo mejor que pudo pasarme, pues pronto conocí a alguien muy especial.
No olvides que cada cosa pasa por y para algo, mala o buena.